Capítulo XX


Temporada de otoño…

El día en una pequeña y rustica ciudad conocida como Villa Gesell, comenzó con un cielo nublado y sombrío. Una brisa fría soplaba por las calles y los estrechos callejones. Todo indicaba que se aproximaba un fuerte aguacero. La gente corrió de un lado a otro, apresurándose a terminar sus tareas antes de que comenzara la lluvia. 

La campana de la iglesia sonó mientras la lluvia comenzaba a caer.

El agua de lluvia comenzó a acumularse y extenderse rápidamente por las calles de los barrios más pobres de la ciudad. El sistema de drenaje que no había sido reparado en años no estaba haciendo s trabajo ya que varias casas se vieron sumergidas en el agua.

En un viejo y abandonado callejón, había un pequeño pasadizo que conducía a una vieja fábrica abandonada. En la entrada había un viejo cartel de madera podrida que decía “club de pociones”. Tras la entrada, el lugar estaba oscuro y sucio, apenas se podía vislumbrar un par de lámparas rotas tiradas a un costado de un par de vigas de madera.

Mientras el agua de lluvia comenzaba a filtrarse por las ranuras de la puerta, varias figuras se retorcían en el suelo como si estuvieran en un sueño maravilloso. Algunos se reían, otros babeaban y otros… vomitaban y parecían estar ahogándose con su propio vomito.

El club de pociones era un lugar de adictos narcóticos en donde jóvenes perdidos y sin esperanzas se reunían para embriagarse y drogarse con pociones alucinógenas.

El por ello que el ambiente del lugar era tétrico y maloliente. Un fuerte y penetrante olor a orina mezclado con comida pasada de tiempo se podía sentir en el aire. El intenso olor podría hacer que cualquier persona sintiera náuseas y mareo.

Entre los adictos perdidos que se retorcían en el suelo, había un joven en especial el cual estaba recostado contra una de las vigas. Su cabeza estaba mirando al suelo con ojos totalmente vacíos y saliva fresca goteaba desde su boca.

Su nombre era Garren, y a diferencia de muchos de los jóvenes inconscientes en el lugar, los cuales se componían en su mayoría de huérfanos, carteristas y ratas de alcantarillas, Garren tenía un hogar y una familia. La mayoría en el lugar se encontraba descalzos y apenas tenían ropa para cubrir sus partes importantes, mientras que Garren vestía uno pantalón arrugados y un saco sin lavar, pero de aspecto costoso, el cual lo hacía destacar fácilmente entre el montón.

La razón de esto era simple y a la vez, impresionante.

Garren es un niño noble.

Apellidado como Ramillies, Garren es el tercer hijo de una casa de vizconde de la ciudad.


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