Estaba lloviendo ese día.

La lluvia caía torrencialmente y los truenos tronaban como si hiciesen temblar el mundo mientras los relámpagos brillantes danzaban a través de las negras nubes que cubrían el cielo. El mundo parecía haberse sumergido en una combinación de oscuridad y luz, lleno de estruendos ensordecedores y una lluvia imparable que mojaba el suelo, creando barrancos y charcos de agua sucia y lodo en todas partes.


Debido a esta extensa tormenta, la temperatura de toda la región había caído y una fina y fría neblina se extendía desde los bosques cercanos.


Fue en medio de este feroz clima que un joven de rostro pálido, casi sin sangre y labios morados debido al frío, se encontraba en el borde de un enorme acantilado, siendo rodeado por decenas de cultivadores. La lluvia cubría toda la montaña y el agua estancará corría río abajo. En medio de todo esto, el joven que se paraba en el extremo más alto de la montaña, respiraba con dificultad mientras abrazaba un pequeño libro de tapa negra con la única mano que le quedaba.


Su otra mano no era más que un muñón de carne desgarrada y cubierta de sangre. 


Pero allí no terminaba, con moretones negros y marcas de cortadura y lucha cubriendo todo su cuerpo, el joven apretaba sus dientes con furia para intentar mantener su conciencia despierta. La perdida extrema de sangre estaba haciendo que su cabeza tambalease y sus ojos se nublaran. 


Su pecho subía y bajaba con una respiración ronca y descontrolada, lo suficientemente pesado como para causar miedo en las personas. Cada músculo de su cuerpo temblaba del extremo cansancio y perdida de fuerza.


Nelldir Grimmier podía sentir como su vida se escurría desde sus heridas.


Claramente no le quedaba mucho tiempo.


De toda la perdida de sangre que había sufrido, no hubiera sido extraño que se formara un enorme charco rojo bajo sus pies si no fuese porque la sangre que se escapaba de su cuerpo, era arrastrada por la lluvia río abajo.


El pico de esta montaña era como el borde del fin del mundo.


Delante, Nelldir estaba rodeado de las hienas que esperaban a cualquier descuido para lanzarse como bestias para devorarlo, mientras que del otro lado, tenía un enorme precipicio.


Tras haber estado huyendo por semanas de sus perseguidores. Haber pasado días enteros sin descanso ni sueño, Nelldir sentía que su cuerpo, su cuerpo se descomponía y sus músculos se desgarraban, o mejor dicho, ya se habían desgarrado. En su huida, fue emboscado y atacado innumerables veces. Escupió sangre y estuvo a punto de morir más veces en estas pocas semanas que en toda su vida. 


Al final del noveno día, Nelldir perdió un brazo.


Su brazo fue brutalmente arrancado por un experto que se había puesto al día con su huida.


Pero gracias a la feroz tormenta que comenzó a inundar la región, Nelldir gano tiempo suficiente para finalmente llegar a la cima de esta montaña.


Llego al borde del fin del mundo.


Llego a uno de los lugares más mortíferos conocido en todo el continente.


Su nombre más conocido era...


La boca del diablo


Un precipicio tan profundo que nadie podía decir con certeza lo que se escondía debajo de esa siniestra oscuridad. Rodeada por mitos y leyendas antiguas, este acantilado se había ganado su nombre como uno de los lugares más mortífero y misteriosos del mundo entero. La boca del diablo; tumba de la parca; borde del fin del mundo; con una innumerable cantidad de apodos, nadie sabía exactamente cuando y cuál era su origen y que ocultaba debajo de sus tinieblas. 


Algunas personas creían que la existencia de este precipicio se remontaba al origen del continente mismo, mientras que otras personas creían que era el lugar en donde yacían dormidos los antiguos titanes que se dicen haber existido hace miles de años.


Pero la realidad es que nadie sabía exactamente lo que había allí abajo.


***


Bajo la intensa lluvia, Nelldir escupió un cuajo de sangre al suelo. Delante de él, una multitud de las Personas más poderosas del continente se encontraban bloqueando cualquier posibilidad de escape.


Lo mire por donde lo mire, Nelldir estaba completamente rodeado y acorralado.


"¡Nelldir, es inútil que sigas huyendo!" Un anciano experto que traía un bastón dorado. El anciano golpeo el bastón en el barro, haciendo que chispas de fuego salieran desde su bastón mientras gritó: "¡Estás arrinconado, ríndete de una vez por todas!"


"Piénsalo, Nelldir, tu maestro no hubiera querido que tu vida termine de esta manera, ¿cierto?" Otro experto, esta vez con una apariencia más joven, pareciendo apenas un adolescente, dio un paso al frente e intento convencer a Nelldir. A primera vista, cualquiera podría confundir a este experto con un muchacho de apenas 15 años, pero Nelldir sabía que este hombre había vivido por cientos de años.


Con una sonrisa, el experto rejuvenecido dio un paso más al frente, extendiendo una mano mientras no quitaba sus ojos del pequeño libro negro que Nelldir apretaba contra su pecho.


"Si nos entregas el grimorio inmortal, podemos llegar a un acuerdo, ¿qué te parece? Incluso podemos aquí, todos juntos, que no te haremos más daño y perdonaremos tu vida. ¿Qué tal? ¿Te gusta esa idea?"


"¡Nelldir, no lo escuches a esa vil serpiente! ¡Recuerda que él fue quien te arranco un brazo! ¡Mejor dame el grimorio a mí, yo, Lord Azul y el Imperio de Estrella Dorada, podemos prometerte asilo y protección mientras me des el grimorio! ¡Piénsalo!"


"¿Desde cuándo el Imperio de Estrella Dorada cumple con sus promesas? ¡No le creas, Nelldir! ¡Entregamelo a mí! ¡Te daré lo que quieras, oro, mujeres, incluso puedo darte el asiento de patriarca del gremio de magos si me das el grimorio!"


"¡Cierra la boca, anciano!"


Nelldir apretó sus dientes ante los gritos y rugidos de la multitud.


Todas estas personas eran los expertos más poderosos del continente.


Una sola palabra de ellos podía sacudir montañas y ríos.


Su influencia era inmensa en comparación con un pequeño Nelldir.


Pero ahora … 


¡Todos ellos eran sus enemigos!


¡Estas personas eran las que provocaron la muerte de su maestro!


¡Y jamás podría perdonarlos!


El intenso odio, como un fuego ardiente que sentía en su interior, hizo que Nelldir apretará sus dientes con tanta fuerza hasta el punto de sangrar sus encías. Por momentos, el odio que surgía al ver a estas personas hacia que olvide temporalmente sus heridas.


¡Los voy a matar!


¡Juro que los mataré uno por uno!


Gritaba Nelldir en su interior, pero por más que quisiera masacrar a todos estos expertos, no podía. No tenía la fuerza para hacerlo.


Y ahora se encontraba acorralado mientras las personas responsables de la muerte de su maestro, le exigían entregase el tesoro descubierto y que su maestro le confirió antes de morir.


El llamado Grimorio de los Inmortales.


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