*Jadeo* *Jadeo*

Se suponía que hoy iba a ser otro día rutinario como cualquier día de la semana.

Un día aburrido, sin nada a destacar.

O así se supone que debería de haber sido…

Pero lejos de eso, ahora mismo yo –

¡Estoy huyendo por mi vida!

Con mi respiración agitada y entrecortada, yo, un simple nerd de segundo año de preparatoria, me encuentro huyendo desesperadamente para salvar mi pobre e insignificante vida.

Corro y corro sin descanso alguno.

Mis pies se sienten pesados al moverlos y mis latidos de corazón se encuentran acelerados a un ritmo desenfrenado debido a la crítica situación desesperante.

Mis jadeos ahogados resuenan en el lugar.

Todo mi cuerpo duele, mis músculos están cansados y parecen suplicarme a gritos por un descanso.

Así es, estoy en medio de una situación desesperanzadora en donde no puedo detenerme.

¡Si me detengo, moriré!

Mientras huyo, busco en todas partes con mi mirada algún lugar para refugiarme.

¡Algún lugar para que pueda esconderme de esa cosa!

Pero tristemente es inútil.

 

 


 

*Jadeo* *Jadeo*

Hoy debía ser un día común y corriente, como cualquier otro en la semana. Un día monótono, sin nada digno de mención. O al menos, eso era lo que se suponía...

 

Pero, en lugar de eso, aquí estoy, ¡luchando por mi vida!

Con la respiración agitada y entrecortada, yo, un simple estudiante de segundo año de preparatoria y amante de los libros, me encuentro huyendo frenéticamente para salvar mi precaria existencia.

 

Corro sin cesar, sintiendo el peso de cada paso. Mi corazón late a un ritmo frenético, impulsado por la angustia de la situación. Mis jadeos ahogados resuenan en el vacío.

 

Mi cuerpo entero grita de dolor; mis músculos, exhaustos, parecen suplicar por un descanso. Pero no puedo detenerme. Si lo hago, ¡moriré!

 

Mientras corro, mis ojos buscan desesperadamente un refugio, un lugar donde esconderme de ese monstruo. Pero todo esfuerzo parece inútil. No importa dónde mire, lo único que veo es un horizonte interminable de arena.

 

El paisaje que me rodea es el de un desierto implacable, donde la arena y el calor sofocante son los únicos protagonistas. No hay nada más que ver, solo dunas y más dunas. El calor es abrumador, superando con creces cualquier verano sofocante que haya experimentado antes.

 

En medio de este desolado paraje, me encuentro yo, un simple estudiante, huyendo a través de este maldito desierto. El sol abrasador castiga mi cuerpo sin piedad.

 

Siento mi piel arder, mientras el sudor empapa cada centímetro de mi ser, haciendo que mi ropa se adhiera repulsivamente a mi piel.

 

 


 

NARRACION DE UN DESIERTO

El sol abrasador se cierne sobre el horizonte, lanzando destellos dorados sobre las dunas ondulantes. El viento sopla con suavidad, levantando granos de arena que bailan en el aire antes de caer de nuevo en el suelo. En medio de este paisaje desolado, avanzo con determinación, dejando tras de mí un rastro de huellas efímeras.

El sudor perla mi frente, descendiendo por mi rostro y mezclándose con la arena que se adhiere a mi piel. Mis pulmones arden, luchando por extraer el aire caliente y seco que parece evaporarse antes de llegar a mis labios resecos. A pesar del cansancio que amenaza con doblegarme, mantengo un ritmo constante, mis zancadas firmes y decididas.

El desierto se extiende ante mí como un océano infinito de arena y soledad. Las dunas se alzan y descienden como olas petrificadas, y el sol, implacable, parece seguirme en mi carrera, como un espectador curioso. A lo lejos, un espejismo titilante promete un oasis inexistente, jugando con mis esperanzas y deseos.

Siento el calor del desierto penetrando en mis músculos, como si cada fibra estuviera siendo cocida lentamente. Mis piernas se vuelven cada vez más pesadas, y la arena se hunde bajo mis pies, dificultando cada paso. Pero en lugar de rendirme, me aferro a la determinación que me impulsa hacia adelante, como si pudiera vencer al desierto con pura fuerza de voluntad.

El viento sopla con más fuerza ahora, y siento cómo la arena golpea mi piel, como diminutas agujas que me pinchan sin cesar. A pesar del dolor y la fatiga, no dejo de avanzar, mi mirada fija en el horizonte, buscando un destino que parece siempre estar más allá de mi alcance.

En medio de este desafío titánico, encuentro una fuerza interior que me mantiene en movimiento, una conexión con la tierra y el cielo que me rodean. Y aunque el desierto parece indiferente a mi lucha, en el fondo, sé que hay algo más en juego: una prueba de resistencia y determinación, un enfrentamiento entre mi espíritu y la naturaleza indomable.

 

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