Mermery actualmente descansaba bajo un árbol, observando un par de hormigas en el suelo, cargando una pequeña hoja diez veces su tamaño.
Pese a ser bichos sin conciencia ni inteligencia, las hormigas demostraban una enérgica fuerza y voluntad obrera mientras trabajan todas juntas en construir un nido bajo la tierra. Mermery se fascinaba al verlas moverse en fila. Curiosa, ella con mucho cuidado de no aplastar a ninguna de las hormigas, coloco una pequeña hoja enfrente del camino para obstruirles el paso. Las hormigas se detuvieron confundidas.
Comenzaron a chocar entre ellas y a desorientarse.
Varias hormigas obreras rodearon la hoja y reencontraron el camino.
Así, mientras las obreras recuperan el camino, otras hormigas continuaron inspeccionando la hoja para luego, tomarla con sus dientes y arrastrarla consigo para llevársela al nido.
Wau
Mermery sonrió.
Una joven sirvienta encargada de cuidar a la señorita Mermery, miro a la pequeña niña con ojos preocupados. La señorita no tenia amigo. No hablaba ni tampoco jugaba como el resto de los niños.
Sus padres al notar estos comportamientos en Mermery, habían llamado a un reconocido medico desde la capital para que la revisada. El medico tras una exhaustiva revisión, dio el diagnostico que la señorita Mermery posiblemente podría sufrir de deficiencia en su comportamiento.
Y aunque el medico intento todo tipos de métodos para intentar que la señorita hablase, nada había logrado funcionar.
La mente de la señorita parecía haber regresado a un estado infantil.
La joven sirvienta dejo escapar un impotente suspira mientras sentía tristeza por la señorita y a su vez, sentía pena por los padres de la señorita.
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