Capítulo 1.
Bien al norte, en la región más calurosa y tropical de las Tierras Árticas, cerca del reconocido ‘Desierto Sin Fin’, yacía ubicada una aldea de más de cinco mil habitantes, conocida por el nombre de la ‘Aldea de las Seis Hojas’.
En dicha aldea, vivían decenas de familias originarias de los primeros ancestros que fueron los primeros en pisar estas tierras.
En sus inicios, esta aldea era habitada por no más de cincuenta familias como mucho. Pero con el paso de las décadas, esos números fueron disparándose hacia arriba, cruzando el umbral de los mil habitantes. Y finalmente, en estos tres últimos años, la aldea la cual había crecido para tener negocios propios, tiendas, hospitales y hasta incluso un casino y burdel, había finalmente alcanzado los cinco mil habitantes con el ultimo nacimiento registrado dos meses atrás.
Todo un crecimiento bastante sorprendente para los hijos de los hijos de los primeros que pisaron estas tierras.
Gracias a esta gran cantidad de población, la aldea poco a poco se volvió vivida e increíblemente acalorada con trabajos surgiendo de aquí y allá, negocios nuevos abriéndose, y la ampliación de criaderos de plantaciones, granjas y caballos que les resultaba escasos para el tamaño de habitantes.
En estos últimos meses en la aldea, aparte de la noticia de que habían alcanzados los cinco mil habitantes, poco había sido la nueva novedad de chismes y demás hasta que…
“Oye, mira. ¿No es ese el Viejo Zhong?”
“Si, si lo es. Pero….”
Varios murmullos y miradas se fijaban sobre un anciano de unos 48 años, que vestía rústicamente y se encontraba caminando por una de las calles principales de la aldea, de regreso a casa.
Él era apodado como ‘El Viejo Zhong’ y era ampliamente conocido en toda la aldea por ser uno de los famosos Donjuán de la aldea, a quien le encanta las mujeres y el vino. Disfrutando gastar todo su dinero, siempre que tenía, en los Burdeles y Casinos del pueblo, pasándose la mayor parte del tiempo allí, disfrutando del vino y las señoritas de los prostíbulos.
Pero aparte de su carácter de Donjuán pervertido y despilfarrador. También era conocido por ser uno de los mejores cazadores de animales con mayor experiencia en toda la aldea.
Se dice que no había animal salvaje que el Viejo Zhong no pudiese cazar.
Este Viejo Zhong era tan conocido en la aldea, que hasta incluso fue considerado ser empleado por el mismísimo alcalde para trabajar para él. Pero obviamente, el hecho de ser contratado si bien lograría obtener una paga mucho más superior a lo que gana de la caza de animales, también implicaría que tendría que cambiar su estilo de vida pecaminosa y comenzar a comportarse con rectitud y carácter adecuado a un empleado del alcalde, ya que en cierto sentido, estaría representando al alcalde al ser su contratado.
Es por esa misma razón que el Viejo Zhong no dudo en lo más mínimo de rechazar febrilmente la oferta de contrato. Negándose a ser contratado por el alcalde y a su vez, negándose firmemente a renunciar a su vida de Donjuán Libertino.
El Viejo Zhang odia ser atado y restringido por los deberes y responsabilidades. Alegando siempre que la mejor forma de vivir la vida es ser completamente libre de responsabilidades, y disfrutando del alcohol al puro gusto junto con los placeres que las mujeres pueden ofrecer.
¡No hay mejor vida que esa! Anuncio el Viejo Zhong el día en que le preguntaron la razón de porque rechazo la propuesta del alcalde, logrando a su vez, ganarse las miradas respectivas de los vecinos y el desprecio de las mujeres.
“Este viejo Zhong si bien es el mejor cazador de toda la aldea. ¡Eso no quita que es despreciable y un desvergonzado pervertido y descarriado! Sera mejor que no nos acerquemos a él, o podríamos terminar siendo contagiados.”
Era lo que la mayoría de las personas murmuran del Viejo Zhong. Pero ante todos esos chimes, el Viejo Zhong simplemente reía mientras se emborrachaba con el alcohol. No molestándose en lo más mínimo por mantener su carácter de despilfarro bajo control.
Ese era el Viejo Zhong.
Pero entonces…
¿Cómo es posible que…?
¿¡Cómo es posible que… me esté encontrando en esta situación!?
Con un angustiante grito interno, mientras tenía sus dientes castañeando de la frustración. No pudiendo soportarlo más. Al igual que todos los de su alrededor, el Viejo Zhong se dio la vuelta y miro a la figura que lo seguía detrás suyo.
“Oi, mocoso. ¿No crees que has estado siguiéndome por demasiado tiempo ya?” Pregunto el Viejo Zhong, mientras soportaba el enojo que tenía.
Enfrente del viejo Zhang, luciendo despreocupado e indiferente con las miradas que se centraban sobre si, se encontraba un niño de poca estatura que vestía un manto sucio y desgastado que apenas servían para cubrirle su desnudes que llevaba debajo.
Este niño no solo iba vestido muy pobremente, sino que tenía una apariencia increíblemente extraña para los de la aldea, que lo miraban desde lejos y murmuraban entre ellos.
Aparentaba tener la estatura simple de un niño de nueve años, pero la anomalía sobre él, se presentaba en su cabello; el cual le llegaba hasta la altura del hombro y era blanco ceniza del mismo tono que el cabello de un anciano. Un color que jamás había sido visto en un niño de apenas nueve años. Mientras que en sus ojos brillaba débilmente el tono carmesí de sus iris bajo el resplandor del sol. Otro tipo de ojos que los aldeanos jamás habían visto en alguien de la aldea. Y finalizando las anomalías, estaba el color de piel levemente oscuro en donde llevaba decenas de tatuajes abstractos que no eran comprensibles y que se conectaban entre sí, dando forma a un complicado patrón que finalizaba en el centro de su torso oculto por la túnica.
Este niño se llamaba ‘Zach’ y desde ayer, que fue encontrado por el Viejo Zhong mientras este se encontraba de caza. Se le había pegado al Viejo Zhong como si de una garrapata molesta se tratase. Siguiéndolo a todos lados como si fuese una molesta mosca pululando detrás del frustrado Viejo Zhong.
El mocoso, Zach, desvió su mirada curiosa de los alrededores y miro al Viejo Zhong, mientras contesto.
“No tengo casa, no tengo recuerdo, soy un niño perdido y como un anciano responsable y castañozo que eres; es tu deber hacerte responsable de hospedar al niño que encontraste.”
“Tuu, ¡¡Maldito mocoso!!” El viejo Zhong chillo y arrugo sus cejas del mismo modo que lo haría al comer algún insecto asqueroso.
Se podría decir que el Viejo Zhong se encontraba al final de su ingenuo sobre qué hacer con este niño que había encontrado. Incluso maldijo su suerte.
¡Maldita sea! ¡Hubiera sido mejor no haberlo encontrado o dejado allí!
Con sus manos agarrándose el cabello en frustración, varias canas del poco cabello que le quedaba al Viejo Zhong cayeron de su cabeza, al recordar el evento de la tarde de ayer…
….
……..
.............
1 Día antes…
Ocurrió en la tarde del día anterior, justo cuando el sol comenzaba a bajar por el horizonte y el clima comenzaba a enfriarse.
Agazapado entre varios arbustos, el Viejo Zhong avanzaba a paso silencioso y con gran precaución hacia un árbol que se encontraba a unos cuantos metros de enfrente. Mientras sostenía su familiar arco y flecha en su mano, listo para disparar cuando fuese el momento adecuado.
La mirada aguda y entrecerrada del Viejo Zhong se encontraba fija en el animal salvaje que se encontraba en la cima de uno de los árboles de enfrente.
El animal era una especie de lagarto verde que media aproximadamente 1.50 metros de largo, y que se sostenía desde un extremo del árbol con la ayuda de sus afiladas garras clavadas en el tronco del árbol.
El Viejo Zhong reconocía fácilmente a este animal.
Era un Lagarto de Desierto.
Se dice que son increíblemente voraz, devorando cualquier presa a su paso. Mientras que poseen una gran agilidad de movimiento, y se defiende utilizando sus afiladas garras venenosas y sus puntiagudos dientes como cuchillas.
Estos lagartos no suelen ser de por aquí, ya que provienen desde el ‘Desierto Sin Fin’. Debido a que cruzar el desierto es un trabajo casi imposible. Es muy raro que estos Lagartos de Desierto logren cruzar todo el desierto y llegar hasta estas regiones.
Pero por otro lado, la carne de los Lagartos de Desierto son altamente populares debido a su textura y suavidad. Considerada como una de las mejores carnes que se puede encontrar.
Con solo quitarle las garras y los dientes venenosos, se logra obtener una carne de primera, rica en proteínas e increíblemente deliciosa.
Con tan solo imaginarlo, el Viejo Zhong no pudo evitar lamerse débilmente los labios, deseoso de probar esa carne con vino.
Arqueo un poco su espalda, y continúo acercándose sin hacer el más mínimo ruido.
Para la suerte del Viejo Zhong, el Lagarto de Desierto que se encontraba arriba del árbol, estaba comiendo un conejo ensangrentado. Por lo que la atención del Lagarto estaba por el momento concentrada en su comida, y no en su entorno.
¡Era la oportunidad ideal!
Los ojos del Viejo Zhong ya brillaban al imaginar la estupenda cena que tendría.
Luego de acercarse lo suficiente, el Viejo Zhong ajusto su arco y apunto justo con su flecha justo a la zona de la cabeza del Lagarto.
La cabeza del Lagarto es el punto crítico del animal. Una vez roto esa zona del cráneo, el lagarto si bien no se muere, suele quedarse convulsionando en el lugar, sin poder escapar.
Es el mejor lugar para golpearlo e inmovilizarlo de un solo tiro, ya que si golpea en la zona del cuerpo o las patas, las posibilidades de que el lagarto se escape son altas, ya que este animal es también conocido por poder dejar algunas que otras extremidades atrás mientras escapa.
El Viejo Zhong regulo su respiración, mientras ajustaba su puntería, y finalmente…
*Zaazz…*
Soltó la cuerda, y la flecha afilada salió disparada a gran velocidad, cortando el aire a su paso e incrustándose justo en la cabeza del lagarto. Haciendo que este chille de dolor y se retuerza en un intento de escapar. Pero no pudo, y al poco segundo, comenzó a convulsionarse en el lugar, retorciéndose con un chillido increíblemente fuerte.
“Jaja, ¡Bien!”
Con una orgullosa sonrisa, el Viejo Zhong se levantó del lugar y se acercó al lugar en donde el lagarto se convulsionaba. Saco desde su bolsillo una pequeña navaja y le corto el cuello al lagarto, finalizando su sufrimiento.
“¡La cena está servida!” Anuncio felizmente el Viejo Zhong mientras se lamio vulgarmente los labios.
Tan solo imaginar lo delicioso que sabría el lagarto una vez que lo cocinase, provocaba que su estómago rugiese de hambre.
Recuperando la flecha incrustada en la cabeza del lagarto, el Viejo Zhong se disponía a empezar a quitarle las garras y los dientes al Lagarto. Pero se detuvo repentinamente al escuchar el movimiento de algunos arbustos detrás de él.
¡Otra presa…!
Rápidamente el Viejo Zhong se agacho y coloco la misma flecha que utilizo con el lagarto, en su arco y se preparó para disparar a cualquier animal que saliese de entre los arbustos.
Pero lo que el Viejo Zhong no se esperaba, era que desde los arbustos al cual estaba apuntando. Con pasos lentos y débiles, saliese un niño de unos nueves años totalmente desnudo.
“…”
El Viejo Zhong se quedó con los ojos abierto, mirando al niño desnudo que de igual manera, lo miraba sorprendido de encontrarse con alguien.
Ambos se miraron en silencio mientras la briza silbo y movía los abusos y arboles cercanos...
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