Prologo cualquiera
Antes de que hubiera tomado conciencia de la situación, antes de siquiera poder reaccionar, el lugar estallo en una enorme bola de fuego. El calor golpeo mi rostro, quemando mis parpados y cabello. Mi piel se desgarro, y mis ojos se secaron. En tan solo una milésima de segundos, la explosión me envió disparado hacia atrás.
“¡Fuego! ¡Ayuda, hay fuego!”
“¡Ataque terrorista!”
Se podía escuchar gritos a lo lejos.
Pero nada de ello importaba, todo mi cuerpo estaba carbonizado.
El dolor ardiente inundo todo mi ser, mis pensamientos no podían ordenarse, no entendía que sucedió, pero todo ardía. Dolor, dolor, ¡siento mucho dolor!
¡Duele!
¡Me arde todo el cuerpo!
Intente mover mis manos en busca de agarrar algo entre la oscuridad total.
Sentí como mi piel se desprendía de mi cuerpo.
Mis ojos se derritieron y la carne de mis labios se pegaban.
El fluido se escurría de mi cuerpo.
Fluido que no podía ver, pero que inconscientemente sabía que era mi sangre caliente.
¿Voy a morir aquí?
¿este es mi final?
Decenas de preguntas ahondaban en mi cabeza.
¿Por qué me sucedió esto?
¿Por qué yo?
Siempre intente ser buena persona. Siempre intente ser educado, respetuoso y bondadoso.
No soy perfecto, pero nunca considere que hubiese vivido como una mala persona.
Siempre que pude, ayudé a aquellos que me necesitaron.
Siempre que pude, escuche y apoye emocionalmente a mis amigos.
Siempre que pude, intenté ser buena persona.
Entonces… ¿Por qué me ocurre esto?
“… ¿Por qué?”
Mi voz quebradiza y agrietada por el dolor, escapo de mis labios derretidos.
Mi vida se escurría.
“¡Aquí hay alguien con vida! ¡Rápido, llamen a una ambulancia!”
“¡Jesucristo, no lo muevan! ¡No lo muevan!”
“¡Ayuda! ¡Llamen al 911!”
Sentí que gente me encontró entre los escombros y me rodearon.
Todos gritaban por ayuda, intentaban ayudarme pero parece que mi estado era tan horrible que temían tocarme.
E incluso si me tocaran, no sabría si lo hicieron.
Lo único que mis sentidos captaban era el ardor provocado por la carne quemada y carbonizada.
Todo era dolor.
Deje escapar un angustioso gemido de dolor, mientras la fuerza fue escapándose de mi cuerpo.
Mi brazo bajo lentamente hasta caer por completo.
Mis latidos se relanterizaron.
Y con un último gemido, mi vida se desvaneció.
Fallecí ese día.
Bastante bueno para ser algo escrito así nomas
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