🎬 VERSIÓN 1 – Tono CÓMICO/SÁTIRA
ALBANUS
(pomposo)
La diferencia entre un campesino y un noble está en la postura, jóvenes. Un noble se sienta recto, incluso cuando defeca. El porte lo es todo.
LOKY
(alzando una ceja)
¿Y eso se enseña en la Real Academia? ¿El arte de cagar elegantemente?
ALBANUS
(indignado)
¡El lenguaje! ¡El lenguaje! ¡Usted es un Collins!
LILIANA
(se tapa la boca, reprimiendo una carcajada)
SEBASTIÁN
(serio, sin mirar a Loky)
Estás siendo grosero.
LOKY
Solo estoy aplicando lo aprendido, hermano. ¿O no dijo el profesor que las formas lo son todo?
ALBANUS
(se atora con su propia saliva, furioso)
🎬 VERSIÓN 2 – Tono TENSO/CONFRONTATIVO
ALBANUS
(grave)
Los grandes pensadores coinciden: cuestionar en exceso es señal de mentes inmaduras. Quien todo lo duda, nada comprende.
LOKY
(con calma)
Interesante… ¿Y quién decide qué merece ser dudado?
ALBANUS
Los sabios. Los que ya han caminado el camino del conocimiento.
LOKY
¿Y si esos sabios se equivocan?
ALBANUS
¡Basta! ¡La duda excesiva lleva al caos! ¡A la rebelión! ¡A la herejía!
LOKY
(sin levantar la voz)
¿Entonces prefiere la ignorancia obediente al pensamiento libre?
SILENCIO.
El viento acaricia las hojas. El profesor traga saliva. Liliana lo observa con los ojos entrecerrados. Sebastián cruza los brazos, pensativo.
🎬 VERSIÓN 3 – Tono HUMILLANTE PARA EL PROFESOR
ALBANUS
(pintando con tiza)
Como pueden ver, el tercer emperador, Valeric el Grande, dictó el Decreto de Pureza en el año 842 del Calendario Imperial.
LOKY
(sereno)
Disculpe, profesor… pero Valeric el Grande murió en 833, y el Decreto de Pureza fue emitido por su nieto, el quinto emperador.
ALBANUS
(incómodo)
Eso es… irrelevante. Lo importante es el espíritu del decreto.
LOKY
Claro, claro. ¿Y el espíritu también reescribe los calendarios?
LILIANA
(finge toser para disimular la risa)
SEBASTIÁN
(levemente divertido, pero se controla)
ALBANUS
¡Esto es un ataque personal! ¡Usted está saboteando la clase!
LOKY
Yo solo escucho. Es usted quien tropieza con su propia “sabiduría”.
🎬 VERSIÓN 4 – Tono FILOSÓFICO/SIMBÓLICO
ALBANUS
(citando)
“El deber del hombre es obedecer, no comprender. Comprender es tarea de dioses.” — Arik el Silencioso.
LOKY
(susurrando, para sí mismo)
Entonces que los dioses me condenen.
ALBANUS
¿Ha dicho algo?
LOKY
(sin miedo)
Solo me preguntaba cuántos imperios cayeron por seguir ese consejo.
ALBANUS
¡Impúdico! ¡Soberbio!
LOKY
¿O tal vez libre?
🌿 Escena: “Educación Imperial en Tierra de Gaviotas”
El calor del mediodía caía sobre el jardín como una sábana húmeda. El uniforme de nobleza me apretaba el cuello como si quisiera recordarme con cada respiro que yo no pertenecía a este mundo de telas finas y expectativas rígidas. La chaqueta era azul oscuro, con bordes dorados y un ridículo broche con forma de león rugiente en el pecho. El león, como yo, parecía a punto de huir.
Estábamos sentados en semicírculo frente a una pizarra portátil, con la fuente de mármol borboteando detrás y las gaviotas graznando sobre nuestras cabezas como si se burlaran de esta farsa de educación. A mi izquierda, Sebastián mantenía su expresión de siempre: mandíbula apretada, espalda recta, ojos de soldado disciplinado. A mi derecha, Liliana tomaba notas en una libreta de cuero blanco, su escritura tan elegante como sus rizos peinados con precisión quirúrgica.
Y al frente, como un emperador destronado, el profesor.
Don Albanus de Velluría —según su propia presentación— era un hombre de figura rotunda, con un pañuelo que le secaba el sudor cada dos minutos y unos zapatos puntiagudos que parecían diseñados para pies más pequeños que los suyos. Su voz sonaba como si intentara imitar a un actor de teatro, proyectando autoridad mientras se balanceaba levemente por el peso de su panza.
—La filosofía imperial nos enseña, jóvenes, que el conocimiento no se debate —dijo, agitando un dedo regordete frente a la pizarra—, se absorbe como el sol absorbe el rocío de la ignorancia.
Fruncí el ceño. ¿Qué carajos…?
—¿Entonces… el conocimiento es una planta marchita? —pregunté, ladeando la cabeza—. Porque si el sol lo absorbe todo, eso deja al pobre rocío bastante jodido, ¿no?
El profesor se detuvo. Me miró. Sebastián me fulminó con los ojos, Liliana escondió una sonrisa tras su abanico de tela bordada.
—Es una metáfora, joven Collins. —Respondió con fastidio, frotando su cuello con el pañuelo—. Uno que requiere... entendimiento cultivado.
—¿Y qué tipo de conocimiento no se debate, profesor? —insistí, apoyando los codos en mis rodillas—. ¿El que no puede defenderse?
—¡El que ha sido ya comprobado por mentes superiores! —espetó con tono teatral—. Como las de los grandes sabios de la capital imperial.
Asentí despacio. Miré a la pizarra donde había escrito “Principios del Orden Moral según Valeric el Tercero”. Mal escrito, por cierto.
—Curioso, porque Valeric el Tercero fue declarado hereje por la misma Academia Imperial hace treinta años —murmuré, lo suficientemente alto para que me oyera.
El pañuelo se quedó quieto. Albanus parpadeó.
—Eso es… una versión desacreditada. Usted ha leído fuentes… contaminadas.
—Las encontré en la biblioteca de su propia capital —dije, fingiendo asombro—. En la sección de historia política. Tiene polvo, pero aún se lee.
Sebastián dejó de escribir. Liliana me miró directamente, sin ocultar ahora su sonrisa.
El profesor carraspeó.
—B-basta de interrupciones. Sigamos. Estábamos hablando de la jerarquía de pensamiento: primero, el Emperador; luego, los magistrados; y en el último escalón…
—¿Los que piensan por sí mismos? —pregunté, cruzando los brazos.
Albanus se puso rojo como un tomate. El pañuelo cayó de su mano. Por un segundo, el aire se volvió tan denso como su orgullo inflado. Luego, con una voz temblorosa y forzada, el profesor intentó recuperar control:
—El deber de un joven noble no es cuestionar, sino obedecer. Solo con obediencia se alcanza la grandeza.
Lo miré fijo. Sentí la soga invisible de mi vieja vida apretándome el cuello otra vez. El traje. La posición. El rol asignado.
No.
—¿Y la libertad? —dije, bajando la voz—. ¿Dónde entra en esa jerarquía? ¿Antes o después de besarle los zapatos al sistema?
Silencio.
Ni las gaviotas graznaban.
🎬 ESCENA – CLASE EN EL JARDÍN (GUION LITERARIO)
EXT. JARDÍN DE LA MANSIÓN COLLINS – MEDIODÍA
Los tres hermanos están sentados en sillas de respaldo curvo, dispuestas frente a una pizarra móvil de madera clara. Sobre una mesa auxiliar reposan unos cuadernos, tinteros y una jarra de limonada con hielo que nadie ha tocado.
El sudor corre por la frente del PROFESOR ALBANUS (50s), un hombre redondo como una hogaza de pan, con los dedos llenos de anillos brillantes y un abanico bordado que apenas alcanza para refrescarle el cuello. Se pasea frente a los chicos mientras da su clase, gesticulando con exageración.
ALBANUS
(pontificando)
…Y así fue como el glorioso Emperador Valeric el Tercero fundó la Orden del Loto Carmesí en el año 842, un pilar espiritual para toda la civilización imperial.
LOKY
(levemente encorvado, con expresión aburrida)
Disculpe, profesor… ¿842? ¿Está seguro?
ALBANUS
(deteniéndose, irritado)
¿Acaso duda de mis palabras, joven Collins?
LOKY
(sarcástico, pero sin elevar la voz)
No es eso. Solo me pareció curioso. En la biblioteca de la casa, el libro de historia imperial fechado por el cronista Elderin dice que Valeric murió en el 833. ¿Será una errata?
ALBANUS
(titubeando)
Los textos antiguos… a menudo tienen errores de traducción.
LOKY
(sonriendo)
Ah, claro. ¿Y ese error también cambió quién firmó el decreto de fundación? Porque, según ese libro, fue su nieto, Kael el Cuarto.
SEBASTIÁN
(levanta una ceja. LILIA deja de escribir)
ALBANUS
(voz tensa)
Lo importante aquí no es el nombre, sino el mensaje espiritual. El contenido, no la fecha.
LOKY
(con inocencia fingida)
Entonces… ¿la historia también se interpreta como poesía?
ALBANUS
(rojizo, abanico temblando)
¡Esto no es una burla! ¡Soy un graduado de la Real Academia Imperial!
LOKY
(mirándolo fijo)
Ah, cierto. ¿En qué año dijo que terminó sus estudios?
ALBANUS
Yo… estuve varios años allí, en constante perfeccionamiento.
LOKY
¿Pero obtuvo su diploma?
SILENCIO.
Se oye el sonido de una gaviota a lo lejos. Marcos juega con su espada de madera, observando la escena con creciente interés.
LILIA
(sonríe apenas, disimulando)
ALBANUS
(furioso, dejando caer el abanico)
¡El conocimiento no es un trofeo, niño insolente! ¡Se respeta a quien lo posee!
LOKY
(serio de pronto)
Entonces debería empezar a respetarlo usted también.
SILENCIO PESADO.
El viento agita las hojas del árbol sobre sus cabezas. El sol brilla más fuerte. Albanus aprieta los dientes, visiblemente humillado.
SEBASTIÁN
(mirando a Loky)
¿A qué estás jugando?
LOKY
(bajando la mirada, con voz más baja pero firme)
No estoy jugando. Solo quiero saber si este es el mundo en el que otra vez tengo que quedarme callado frente a los que mienten con confianza.
[EXT. JARDÍN DE LA MANSIÓN – MEDIODÍA]
(El calor veraniego aplasta todo, salvo en el fresco refugio que ofrecen los árboles frutales. Los tres hermanos están ya en el lugar, cada uno inmerso en lo suyo, cuando finalmente aparece el PROFESOR. Sus pasos son lentos, casi teatrales, y su túnica ancha ondea con pereza mientras avanza por el sendero de piedra.)
PROFESOR
(voz suave, casi susurrante, con una sonrisa que no llega a sus ojos)
—Oh, qué imagen tan idílica… La noble juventud recibiendo la caricia del sol y el abrazo de la naturaleza. ¿No es este acaso el lugar perfecto para el florecimiento del conocimiento?
(Ninguno responde. Marcos aprieta la mandíbula, Lilia no levanta la vista de su libro, y Loky lo observa con el ceño fruncido.)
PROFESOR
(se detiene junto a un banco de piedra y saca un pañuelo bordado con iniciales doradas para secarse la frente)
—Espero que no haya interrumpido ninguna conversación importante... ¿O estaban ya debatiendo sobre los fundamentos filosóficos de la monarquía? ¿Quizás la historia comparativa entre las casas nobles del este y el norte?
(Silencio. Loky cruza los brazos. Marcos le lanza una mirada fugaz al profesor.)
PROFESOR
(sus ojos se detienen en Loky)
—Oh, tú debes ser el menor. Loky, ¿verdad? Me han dicho que posees… una mente singular. Interesante. ¿Te sientes preparado para ser desafiado intelectualmente o prefieres simplemente estar aquí por obligación?
LOKY
(frió, sin pestañear)
—Depende del desafío.
PROFESOR
(con una risa breve, más un bufido que una carcajada)
—Esa es una respuesta que sólo podría dar alguien que aún no ha sido realmente desafiado.
(Camina en círculos alrededor de ellos. Su andar es pausado, como un gato inspeccionando su territorio. Luego se detiene bajo la sombra de un ciruelo.)
PROFESOR
—Bien… para esta primera clase, me gustaría conocerlos. Saber qué saben. Evaluar qué clase de... tierra fértil tengo frente a mí. Así que no abriré ningún libro. No dictaré teoría. No les hablaré de fechas ni tratados.
(pausa, luego señala a Lilia)
—Tú, la señorita lectora. Dime: ¿es más importante la verdad o la conveniencia?
LILIA
(levanta la vista lentamente, pensativa)
—Depende de para quién.
PROFESOR
(muestra una sonrisa torcida)
—Ah… relativismo temprano. No está mal. No está mal en absoluto.
(Gira hacia Marcos, que mantiene la espada de madera apoyada en un muslo.)
PROFESOR
—Y tú, guerrero en potencia. ¿El poder se hereda o se conquista?
MARCOS
—El poder se entrena. Lo otro es suerte.
PROFESOR
—Pragmático, me gusta. Aunque el pragmatismo sin filosofía es como una espada sin filo: útil solo en apariencia.
(Finalmente vuelve su atención a Loky.)
PROFESOR
—Y tú… el que parece no querer estar aquí. Una pregunta sencilla para ti: ¿Qué crees que se espera de un noble?
LOKY
(pausa, lo mira fijamente)
—Obediencia, protocolo y una vida ajena a la propia voluntad.
PROFESOR
(alza las cejas, luego sonríe con lentitud)
—Qué respuesta tan… amarga. Aunque no del todo errónea.
(se inclina levemente)
—Debo admitir que tengo cierta debilidad por los estudiantes difíciles.
(Toma asiento en un banco y abre un estuche de cuero con papeles enrollados, aunque no los usa.)
PROFESOR
—Esta no será una clase como las que conocen. No recitaré fórmulas ni repetiré dogmas. Si quieren respuestas, tendrán que merecerlas.
(mira a cada uno con seriedad)
—Hoy solo les haré preguntas.
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